La fuente, un bien necesariamente protegido
Llevamos dos días hablando de buen periodismo. El buen periodismo necesita, ya lo explicó Ramón Lobo, ir al sitio adecuado en el momento oportuno. Pero también necesita fuentes que manen noticias que permanecen soterradas. Y esto nos lleva al dilema que plantea Javier de la Cueva:
Los funcionarios no nos pueden dar los datos por si no se les garantiza que cuando hablen nunca nadie sabrá quién ha sido el que se ha chivado. ¿Cómo podemos proteger a las fuentes de información que son lo verdaderamente relevante? Hay que blindarlas jurídica y tecnológicamente.
Tecnología. El Gran Hermano de Orwell, con el doble o el triple de capacidad de rastreo, búsqueda y análisis que preveía el escritor. Pilar Velasco, acostumbrada a lidiar en este terreno volcánico, lo advierte con claridad meridiana:
El trabajo de borrado de la información es importante. Ahora todo va digitalizado. Nos movemos en una línea alegal en la que reclamas tu derecho a no revelar la fuente. ¿Pero a destruir el material original que te ha dado la fuente? Andamos muchas veces sobre cristales rotos. Hay que saber cómo borrarlo, cómo borrar los códecs de un vídeo, el rastro que deja un correo electrónico
Juan Tomás García interviene para dar unas cuantas pinceladas de cómo hacer eso que acaba de nombrar Pilar Velasco. Y da algunas pistas de lo más interesantes:
“Utilizad criptología, en cryptome explican procedimientos que se siguen cuando buscan tu rastro.
Sed paranoicos en todos los niveles del proceso informativo. Codificad el disco duro con una clave de 30 ó 40 caracteres.
Enviad los correos encriptados, igual que cuando os manden documentos.
Truco para quitar las marcas de agua. Proyectar en una pared y grabarlo con un iPhone y se pierden todas las marcas de agua.
Documentos: no utilicéis pdf
Y nos deja como recomendación una herramienta imprescindible: Manual de Periodistas sin Fronteras para Bloggers y Ciberdisidentes. Cómo publicar información y no ir a la cárcel.