El hoyo profundo de la ortografía
Ay, ay, ay, ay… Lo siento. Perdónenme. Como decían antes los telediarios, debí advertir de que la imagen que acompaña a estas palabras podía dañar la sensibilidad del público. Lo más doloroso es que cuando uno es periodista deportivo tiene que aguantar, demasiadas veces, sonrisitas irónicas que vienen a decir algo así como «¡ah, ya, deportivo!». Equivalente a un «vamos, que no sabes escribir». De nada sirve el ejemplo de Ramón Besa, Santiago Segurola, Jon Agiriano, Diego Torres, Julio César Iglesias y otros grandes si después viene uno a meterla hasta dentro en el hoyo.